Rebajas, navidades, Cyber Monday… Y, por supuesto, el Black Friday. Fechas clave, grabadas a fuego en el calendario, que originan colas kilométricas a las puertas de los grandes establecimientos y cientos de miles de transacciones online simultáneas. ¡Nadie se quiere perder un chollo! Así se explica que las ventas del Black Friday vayan en aumento año tras año, al mismo tiempo que las ofertas, que antes ocupaban un día, se extienden hasta las dos semanas. Paralelamente, algunas personas celebran otra fecha, el Buy Nothing Day, como símbolo de repulsa hacia las consecuencias del Black Friday.
Pero, ¿cuál es el peligro del Black Friday?
Esta gran maratón de las compras nació en 1975 en Estados Unidos, pero no fue hasta 2012 cuando llegó a España, de la mano de MediaMarkt, el Corte Inglés y Amazon, y recibió una cálida acogida. Los descuentos, acompañados de campañas publicitarias que te animan a no dejar pasar la oportunidad, provocan un aumento colosal del número de compras durante estos días.
Se genera una urgencia por consumir, que tiene consecuencias nefastas para el planeta. La moda rápida es uno de los sectores protagonistas de esta jornada, algo alarmante al recordar que para producir unos pantalones vaqueros se necesitan 7.500 litros de agua. Esta cifra equivale a la ingesta de una persona durante siete años. A ello se suma la contaminación industrial del agua. Aumenta el uso de fibras sintéticas, causante de que las prendas de ropa liberen más de medio millón de toneladas de microfibras en el océano cada año.
Las ventas por internet aumentan en estos días, con el consecuente impacto en el transporte y la emisión de gases de efecto invernadero y perjudiciales para la salud.
Destaca también la compra de aparatos electrónicos. Mientras, el PNUMA (Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas) cifra en 50 millones de toneladas los residuos de aparatos electrónicos que se desechan anualmente. Statista indica que España generó cerca de un millón de toneladas en 2020. ¿Cómo es posible que tantos residuos no inunden las calles? Su paradero está habitualmente localizado en países del sur global, que sufren las consecuencias del modelo de consumo de los países ricos.
El impacto no es solo ecológico
Ya lo ves, las consecuencias no son únicamente ambientales. Un ejemplo del impacto social del Black Friday que quizás te suene es el lastre que supone para el pequeño comercio, incapaz de hacer frente a los grandes descuentos de las multinacionales. Así se genera una reacción en cadena. La pérdida de ingresos de estos comerciantes repercute en un aumento del desempleo y una reducción de la actividad económica, con graves consecuencias a largo plazo para el país. En las multinacionales, también surgen problemas, como las jornadas abusivas a las que deben someterse sus empleados.
Todos estos efectos cobran aún mayor importancia al conocer que, según un estudio de Milanuncios, el 31% de los españoles compra en el Black Friday productos que no necesita y, de los que se arrepienten de sus compras, el 62% lo hace antes de un mes. Así, el planeta y las personas sufren graves consecuencias por compras compulsivas que, en muchos casos, ni siquiera son deseadas. Únicamente se adquieren por sentir que se aprovecha la oferta.
El Black Friday como reflejo del consumismo
Aunque el Black Friday sirva para llamar la atención sobre estos problemas, forma parte de un conflicto mucho mayor: un sistema económico basado en el consumismo, como herramienta clave del capitalismo. La globalización y las técnicas publicitarias que generan falsas necesidades a la población tienen una gran importancia en esta tendencia.
Un modelo así ha conducido a que la huella ecológica de España sea tan elevada, que harían falta dos planetas y medio para vivir, si el resto del mundo siguiese el mismo patrón. A pesar de ello, aún está en una mejor posición que países como Estados Unidos (5.13 planetas Tierra).
La pérdida de calidad del agua, del suelo y de la biodiversidad, motivadas por la acumulación de basura, la deforestación masiva y la extracción desmesurada de materias primas, son consecuencias directas de este modelo de producción y consumo. A ello se suman otras consecuencias ambientales, como la emisión de contaminantes, pero también sociales, como el deterioro de la salud mental.
Buy Nothing Day: a contracorriente
A modo de reacción frente a lo que representa el Black Friday, tiene lugar desde hace años el Buy Nothing Day. Esta fecha se celebra a continuación de la primera y consiste en un día libre de consumo. Incita a no comprar nada, en señal de protesta por los hábitos consumistas y derrochadores. Ha sido objeto de varias críticas, que señalan que esta iniciativa no tiene ningún impacto real, ya que las compras se realizarán al siguiente día y no implica un cambio en el modelo de consumo. Sin embargo, sus impulsores defienden que esto no resta validez a su protesta, que es un acto simbólico que busca la reflexión colectiva.
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