Comprar ropa como premio por haber terminado los examenes, estrenar un top cada vez que hay una fiesta o sentir la necesidad de unos zapatos nuevos cada pocas semanas son conductas habituales en un modelo consumista. No solo tiene un impacto (importante) en el bolsillo, también deja una gran huella en el planeta. La Agencia Europea de Medioambiente cifró en 654kg de emisiones de CO2 por persona el efecto de las compras textiles de la Unión Europea en 2017. A eso, se le suma, entre otras consecuencias, la contaminación del agua por microplásticos y las ingentes cantidades de agua que se necesitan: 2.700 litros de agua dulce para una camiseta de algodón.

Al mismo tiempo, la presión por no repetir vestuario complica la tarea de escapar de esta dinámica. Una alternativa más sostenible es dar una segunda vida a prendas ya producidas, que otras personas ya no desean. En Valladolid, Andrea Artigas forma parte de una iniciativa que sigue esta filosofía. Organizan periódicamente un mercadillo de segunda mano, que cada vez atrae a más personas. Una publicación de Andrea en TikTok acerca del proyecto se viralizó y llamó la atención de muchas jóvenes que desconocían que pudieran encontrar algo así en su ciudad.

Pregunta: ¿Cómo surgió la idea de organizar este mercadillo de segunda mano?

Respuesta: La idea surgió porque un día una chica, que suele vender ropa de segunda mano por Instagram, nos lo propuso. Empezamos haciéndolo unas poquitas, y ahora la verdad es que somos un montón. Cada una tiene sus contactos, amigos en bares y demás. Así la gente nos ve mientras toma algo. Eso nos lo facilita mucho porque es una manera de incentivar.

P: ¿Cómo ha sido la acogida?

R: Depende, hay días que muy bien. Como vivimos en Valladolid, influye mucho si el tiempo acompaña. El vídeo que subí a TikTok tuvo una repercursión que no me esperaba. La gente me ha preguntado mucho cuándo va a ser el siguiente, así que espero que venga más gente.

P: ¿Cuál es el proceso de preparación?

R: Alguna chica del grupo habla con el dueño de algún para que nos deje el espacio. Entonces, hablamos por WhatsApp para saber cuántos burros vamos a llevar cada una. Después, cada una prepara su ropa o lo que vaya a llegar. Una vez allí, ya nos repartimos los sitios.

P: ¿De dónde sacas la ropa? ¿Se puede participar de alguna manera?

R: Yo, por ejemplo, saco ropa mía, que esta bien pero ya no utilizo. A lo mejor, incluso está nueva. A veces, alguna amiga me da su ropa que quiere vender para que la lleve al mercadillo. Hay chicas que me han dicho que querían participar y ya están incluidas en el grupo. Normalmente, los bares no son tan grandes para que vayamos todas, pero es verdad que siempre falla alguien. Vamos un máximo de diez.

P: Entre algunas personas, existe cierto reparo a la hora de comprar ropa de segunda mano, que consideran de una categoría inferior. ¿De qué manera crees que se podría eliminar esa creencia?

R: Sí, hay gente que todavía piensa que la ropa de segunda mano está en mal estado o algo así. Parece que lo de ir a un mercadillo tiene algo que no termina de convencerles. Pero, también es verdad que con el auge de Vinted o Wallapop se ha normalidad. Ha ayudado a eliminar esa creencia, porque realmente es que encuentras ropa con etiqueta. Por eso, creo que la gente está cambiando un poco el chip. El problema es que esas plataformas las usa gente joven y en Valladolid hay mucha gente mayor, a la que le todavía le da vergüenza.

P: En 2020, 33 millones de personas adquirieron por primera vez ropa de segunda mano y se estima que en 2030 su consumo superará al de la fast fashion. ¿Qué beneficios crees que puede tener esta tendencia?

R: Esta tendencia puede tener muchos beneficios ecológicos, porque la industria de la moda genera muchos residuos. También beneficia a las personas, que pueden acceder a ropa más asequible, pero en perfecto estado. No hace falta ir a una tienda a comprar algo nuevo, puedes llevarte algo más barato y darle otro uso.

Mercadillo en El Desván del Deseo.
Mercadillo en El Desván del Deseo. Por Andrea Artigas.

P: Iniciativas como la tuya tienen un impacto positivo no solo en lo ambiental, sino también en lo social, al favorecer la economía local. ¿Observas que fortalece el tejido social frente a la experiencia que supone ir a una multinacional como las del grupo Inditex?

R: Yo creo que sí. A eso las redes sociales han ayudado muchísimo. Estamos acostumbrados a una sociedad de veo algo, lo quiero y lo compro, aunque claro, muchas veces ni siquiera tenemos el dinero. Por eso, iniciativas como esta ayudan mucho a que la gente pueda comprar mejor y en otros sitios, sin malgastar recursos ni derrochar tanto.

P: ¿Existe una conciencia generalizada respecto al impacto que tiene el consumo de moda en el planeta?

R: No somos conscientes del impacto de generar y comprar ropa. No tenemos ni idea. Pasa como con el reciclar, que ahora nos suena más, pero todavía falta mucho. Falta un impulso de concienciación. Algún spot que haga pensar sobre ello.. Pero claro, lo que interesa es vender y que la economía crezca. Por eso, a todo esto se le da menos importancia. No generan un dinero a quien se supone que tiene que generarlo.

P: Cuando compartiste en TikTok tu iniciativa, muchos comentarios aseguraban que no sabían que en Valladolid se hiciese algo así. ¿Dónde está el fallo? ¿Qué se podría hacer para dar a conocer estos pequeños proyectos?

R: Cuando lo compartí por TikTok, la verdad es que me dio muchísima pena porque vi que muchísima gente estaba interesada, pero no lo conocía. Quizás ahí fue fallo mío. Yo tampoco es que tenga muchísimos seguidores, no sabía que tanta gente de Valladolid me veía. Si no, le hubiera dado publicidad antes, no solo por Instagram, que es una plataforma que uso menos y en la que tengo menos alcance. Incluso podríamos haber puesto carteles o algo, pero es verdad que hacemos la promoción solo por redes sociales.

Abrir tiendas de segunda mano, como es habitual en ciudades como Madrid, hace que estas cosas tenga más publico y se normalice. En ciudades más grandes, da la sensación de que la gente se viste como quiere y compra donde quiere y nadie juzga. En Valladolid nos ha dado más vergüenza hacer este tipo de cosas. Ahora llegan nuevas generaciones que ya tienen más esa mentalidad de hacer lo que quieran y no pasa nada.

P: ¿Los nuevos canales de comunicación, como la redes sociales, pueden dar un impulso a iniciativas locales que no tienen acceso a la publicidad tradicional?

R: Las redes sociales nos abren muchas puertas. Como te digo, yo pensaba que no me veía tanta gente de mi ciudad y resulta que sí. Estas cosas funcionan por algoritmos, a lo mejor subes un vídeo que ve mucha gente y luego otro no lo ve nadie, pero sí que ayuda. También lo hace que la gente muestre la ropa que se compra de segunda mano, por ejemplo en Vinted. Así, otras personas ven que la ropa de segunda mano también esta bien, que pueden comprarla y no pasa nada. No es algo que tenga que dar vergüenza.

P: ¿Dónde pueden enterarse las personas interesadas de los próximos mercadillos que organices?

R: Lo promocionamos siempre en redes sociales. No lo hago por tener más seguidores, pero como lo anunciamos allí, siempre digo que estén atentos. Cuando haya próximo mercadillo, lo subiré tanto a Instagram como a TikTok. Los bares en los que lo hacemos también suelen compartirlo.

A nosotras hacerlo en un bar nos da la facilidad de que la gente que va a tomar el vermut y no lo sabe, se para a verlo. También viene gente directamente al mercadillo y, al ver que es en un bar, se toman una caña. Así, hacemos un poco de publicidad al bar, conseguimos que vaya gente. Nos gusta ayudar un poco a los negocios de aquí.


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